Cuando el tiempo es malo el faro o cabo al que nos dirigimos parece que se retira en lugar de acercarse, cada ola hace el efecto de retrocedernos y se pierde la noción del tiempo por el ansia de llegar cuanto antes a zona más tranquila. Conforme nos acercábamos a Punta Europa, (el faro del Peñón de Gibraltar) era más patente la situación ya que podíamos ver de cerca las olas romper contra las rocas, elevando su espumerío hasta alcanzar el mismísimo faro, situado a más de veinte metros sobre el nivel del mar. En estos casos debe "guardarse respeto" a la costa lo que quiere decir alejarse prudentemente hasta tener clara la "derrota", (la dirección) y así lo hicimos aunque ello suponía más tiempo de mal rato, pero a cambio de mayor seguridad. El afán de llegar puede acarrear fatales consecuencias al acercarse a la costa y ser remolineados contra ella. Decía un experto marino, "dame agua bajo la quilla y te daré millas". Cuando por fin "remontamos" (pasamos) Punta Europa y pusimos rumbo al puerto de Algeciras, el viento nos venía más propicio permitiendo que la mayor pudiera "cargar", (coger viento y trabajar adecuadamente) aunque ciñendo. A la vez que entrábamos en la bahía el oleaje venía a menos, "largamos" (sacamos) media génova y apagamos la máquina, gran descanso, (el ruido del motor para los navegantes de veleros es un castigo de los dioses). Lo que había sido un infierno, en pocos minutos se transformó en el mejor de los paraísos, la mar cada vez mejor, el viento el justo para navegar a seis/siete "nudos", (el nudo es igual a una milla náutica por hora y la milla náutica son 1.854 metros, casi dos kilómetros por hora, por lo que navegábamos entre doce y catorce Km./hora) una familia de delfines, (que ya hemos sabido que están afincados en la bahía de Algeciras, porque siempre que pasamos nos acompañan saltando juguetones a nuestro alrededor y pasando por debajo del Bailen para despistarnos) alegraba nuestra vista, el "arroz a la banda" (Guiso marinero) que estaba Juan Acuña preparando empezó a darnos su perfume. En el mar hay que celebrarlo todo porque "la mar es dura", así que sacamos una botella de vino de Chiclana, (que, dicho sea de paso, nosotros hemos sido sus mejores representantes altruistas) y brindamos primero por el barco, luego por cada uno de nosotros siete, y después por más cosas, las que se encartasen hasta "apretarnos" tres botellas que, fresquitas como estaban y acompañadas con buenas tapitas de productos del atún, no es nada para siete hombres de mar. Así felices y cantando la salve marinera y el himno de Andalucía, arribamos al puerto de Algeciras. A estribor, según se entra, está una refinería, una industria de papel, y no sé cuántas cosas más de ésas que antes te criticaba, porque creo que lo que producen ahora, si no se respeta a la naturaleza, es el hambre del mañana.
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