tratamiento del "currele" que es darle dos o tres guardias seguidas de "servio" en la "cofa", (de vigía en lo alto del palo) o de cualquier otro trabajito de los que menos gustan.
El orden es de vital importancia, todo debe estar "estibado", los cabos "adujados" y el barco limpio para evitar resbalones, los "molinetes o winches" engrasados y todo dispuesto para una maniobra. Se aprende a ser tolerante con quien habla más de la cuenta, con el introvertido, con el chistoso o el cascarrabias, con el cantor y el músico y todos hacemos uno, lo que no significa que de vez en cuando no se tenga alguna discusión más o menos acalorada. Lo importante es que "todos vamos en el mismo barco", todos somos novios de la mar y nos une la misma pasión por ella. Y lo más importante: que la vida de cada uno depende de los demás y la de los demás de cada uno.
Me parece que los marinos tienen una perspectiva distinta de la vida que el resto de las demás profesiones, ven la tierra desde otro nivel, su hábitat es distinto, el movimiento y la velocidad diferentes, la relación humana varía, el riesgo forma parte de sus vidas y no pueden prescindir de el, son muchas las diferencias. Supongo que algo parecido les pasará a los astronautas y pilotos de avión. De la experiencia y convivencia en la mar se ha creado una filosofía especial, no sé si mejor o peor, pero no la misma que conocemos en tierra. Me pega que quienes han navegado mucho han podido apreciar en más de una ocasión la poca cosa que somos, lo absurdo de revelarse contra la naturaleza, lo pronto que todo nuestro mundo se pierde en la inmensidad de la mar y lo chico que se hacen, cuando está en juego tu vida, la mayoría de los problemas por los que la humanidad no es feliz. Alejados de la costa tanto como para no verla, donde tu horizonte es la mar y el cielo, el único "mundo" que tienes a tu alcance es el barco, el barco sabes que es una minúscula parte de aquel entorno, y allí dentro estás tú, !tú, que creías que eras lo más importante¡.
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